Existen tres vacunas contra el virus del papiloma humano (VPH): bivalente, cuadrivalente y nonavalente. Todas son seguras y efectivas para prevenir varios tipos de cáncer causados por este agente patógeno: de cuello de útero, vulva, vagina, pene, ano y sus precursores. Además, en los Estados Unidos, se aprobó en junio de 2020 el uso de la vacuna nonavalente para prevenir el cáncer de cabeza y cuello. Sin embargo, esta vacuna no está disponible aún en la mayoría de los países latinoamericanos, ni se la ha aprobado con ese mismo fin. Para que esto suceda en el futuro, es necesario obtener información local sobre el impacto de la enfermedad en cada nación y evaluar el beneficio que implicaría vacunar a la población para reducirlo. FIDEC contribuye con este conocimiento al patrocinar el estudio “Cáncer de cabeza y cuello, y otros cánceres por VPH del tracto respiratorio superior. Su prevalencia en una población de Argentina”.
“Nuestro objetivo principal es establecer en qué porcentaje de los pacientes con este tipo de cáncer se detecta el VPH al analizar las lesiones malignas”, explica Hebe Vázquez, médica infectóloga de FIDEC e investigadora principal del estudio. A la vez, se proponen identificar qué factores de riesgo de infección tienen esas personas.
La infección por el VPH es una de las enfermedades de transmisión sexual más frecuentes en el mundo. Además de la cantidad de personas que la contraen cada año, tiene un impacto económico importante en el sistema sanitario. Afecta a personas de cualquier orientación sexual. El contagio por vía vaginal y anal es el más frecuente, aunque el virus también se transmite por sexo oral y por contacto entre los genitales externos. Como el preservativo no logra cubrir todas las áreas que pueden infectarse, usarlo de modo adecuado y regular solo reduce el contagio del VPH, pero no lo evita. Por lo tanto, gran parte de los países del mundo han incorporado la vacuna para prevenir estas infecciones, que pasan inadvertidas la mayoría de las veces porque el sistema inmunitario elimina el virus. Cuando esto no sucede, aparecen lesiones benignas o malignas, según el tipo de VPH (véase el recuadro).
Las personas que deciden voluntariamente participar en este estudio tienen algún tipo de lesión maligna en la boca, en la garganta (faringe), en la laringe o en la cavidad nasal. Los investigadores confeccionan una ficha para cada paciente, en la que se registran esas lesiones, los antecedentes relacionados con la actividad sexual, si la persona ya había presentado lesiones previas y cómo fueron tratadas, si recibió la vacuna contra el VPH y si se detecta el virus en la lesión actual. Para diagnosticarlo, se utilizan pruebas de biología molecular.
“Cuando analicemos conjuntamente los datos de todos los pacientes, podremos tener un panorama más claro de estos tipos de cáncer en la Argentina y su relación con el VPH. Por ahora, los datos son insuficientes en nuestro país”, subraya Vázquez. Esta información contribuirá a brindar las bases necesarias para que las vacunas contra este virus puedan utilizarse en el futuro para prevenir el cáncer bucofaríngeo y otros tumores relacionados de la vía aérea superior.
El estudio comenzó en junio de 2019, y está previsto que participen 277 adultos del Área Metropolitana de Buenos Aires. “Llevamos estudiados 80 pacientes, menos de los esperados, como consecuencia de la pandemia, con lo cual prolongaremos el estudio unos meses más”, agrega Vázquez.
Bajo su coordinación y la dirección de Daniel Stamboulian, integran el equipo de trabajo Lorenzo y Santiago Parreño; especialistas en Otorrinolaringología y subinvestigadores; Marina Gutiérrez, doctora en Ciencias Biológicas y especialista en Biología Molecular; Graciela Lozano, especialista en Anatomía Patológica; Gustavo Kardjian, coordinador administrativo; y Ana Paula Cordero, coordinadora de comunicación. Las instituciones que participan son Stamboulian Servicios de Salud, Atención Otorrinolaringológica (Atención OLR) y el Hospital de Clínicas José de San Martín, en la ciudad de Buenos Aires.