El valor de prevenir no solo la COVID-19

Vacunas en Miami
ANUARIO
2019-2020

Las consultas médicas disminuyeron de forma drástica en los Estados Unidos desde que se declaró el Estado de Emergencia Nacional por la pandemia de COVID-19. Y no solo eso: una parte muy importante de la población dejó de vacunarse, por lo que aumentó el riesgo de que circulen y se diseminen otras enfermedades. FIDEC intensificó, entonces, su trabajo durante agosto de 2020, mes de la vacunación, para informar a la comunidad y convocarla a compartir este mensaje: debe ser una prioridad reforzar las medidas para prevenir el contagio de la COVID-19 y tener al día las vacunas contra otras infecciones.

“La pandemia es un claro ejemplo de lo que ocurre cuando no se dispone de una vacuna”, enfatizan Luján Soler, médica y directora de los programas de vacunas de FIDEC en los Estados Unidos, y Gordon Dickinson, médico especialista en Enfermedades Infecciosas y profesor de Medicina de la Universidad de Miami. Advierten que, en el condado de Miami-Dade, dejaron de aplicarse entre marzo y abril de 2020 cerca de ocho de cada diez dosis de vacunas infantiles contra el sarampión, el virus del papiloma humano (VPH o HPV, por sus siglas en ingles) y el meningococo. En la misma proporción decrecieron las dosis aplicadas a adolescentes para prevenir la tos convulsa, y solo un poco menos disminuyó el uso de las vacunas para adultos, de acuerdo con datos de Florida Shots.

El panorama sigue siendo preocupante. “Aunque se ha logrado aumentar la vacunación desde junio, todavía estamos por debajo de las tasas esperadas si las comparamos con las de 2019”, señala Soler.

Existen en la actualidad vacunas seguras y efectivas para prevenir más de veinte enfermedades. Algunas de ellas, como la difteria, el tétanos, la tos convulsa, la gripe (influenza) y el sarampión, pueden llegar a ser graves y hasta mortales. Por eso, se calcula que, gracias a la vacunación, se evitan todos los años más de dos millones de muertes en el mundo.

Además, cuando en una comunidad se vacunó una cantidad suficiente de personas, se alcanza la llamada “inmunidad de rebaño”, que protege a quienes aún no están vacunados o a quienes por edad o por motivos de salud no pueden recibir ciertas vacunas. Estas tienen, entonces, beneficios individuales y sociales. Por el contrario, si la mayor parte de la población no se vacuna o deja de hacerlo, no solo se expone a sí misma al contagio de enfermedades, sino que la inmunidad de rebaño se ve amenazada. Como consecuencia, pueden reaparecer infecciones que se habían eliminado.

“Recientemente, han resurgido infecciones graves en comunidades no vacunadas de los Estados Unidos”, recuerda Soler. Un ejemplo es el sarampión, enfermedad respiratoria muy contagiosa que se transmite, en especial, entre personas que no recibieron las vacunas. Puede tener consecuencias graves: 1 de cada 5 niños termina hospitalizado, 1 de cada 20 padece neumonía, 1 cada 1000 tiene encefalitis (inflamación del cerebro), y 2 de cada 1000 mueren por complicaciones respiratorias y neurológicas. “La muerte de un niño es una catástrofe, una catástrofe prevenible”, enfatiza Dickinson.

Una creencia arraigada es que las vacunas solo se aplican en la infancia; pero, por el contrario, son necesarias en todas las etapas de la vida. Es una prioridad iniciar y completar los esquemas de dosis a cada edad y tal como están indicados para cada grupo: recién nacidos, niños, adolescentes, adultos y adultos mayores. Un grupo muy particular son las embarazadas porque, al vacunarse, se protegen a sí mismas, pero también a su bebé luego del nacimiento, hasta que paulatinamente comience a recibir todas las vacunas.

Mientras avanzan las investigaciones para lograr una vacuna contra el nuevo coronavirus, hay que valorar que existan muchas otras que protegen contra infecciones tanto o más graves que la COVID-19. “No dejemos de utilizarlas como un ‘escudo de protección’ contra las enfermedades infecciosas”, concluye Soler.